Ocupados...
muy Ocupados.

"La Biblia nos muestra que cuando Dios llamó a un nombre para trabajar en su obra, nunca puso sus ojos sobre personas desocupadas o perezosas; siempre buscó a hombres activos, muy ocupados"
En mi columna anterior, analizaba un tema que titulé: "Ofrecidos o Llamados", el cual no ha perdido vigencia desde los días de nuestro Señor Jesucristo hasta nuestro tiempo. Es más, sin temor a equivocarme creo que se ha intensificado en la última década. Bien, en este número de "Amanecer" quiero (con la ayuda de Dios) analizar uno de los aspectos que identifican a un hombre "llamado" y qué lo diferencian del "ofrecido".
A veces los pastores en forma de disculpa o excusa, oímos decir a un hermano: "Pastor, yo no tengo tiempo, estoy muy ocupado..." Sin embargo, la realidad nos muestra que cuando Dios llamó a hombres para su servicio, nunca se dirigió a personas desocupadas o perezosas; siempre buscó a hombres activos, muy ocupados.
Si recorremos la Biblia podemos ver esto, comenzando desde aquel caudillo de Israel, Moisés. Cuando Dios lo llamó, éste apacentaba los rebaños de su suegro en Horeb. Cuando el ángel del Señor le apareció a Gedeón, aventaba trigo en un lagar. Y Saúl, el primer rey de Israel, fue llamado cuando afanosamente buscaba las asnas perdidas de su padre. David, el dulce cantor de Israel, desde muy joven cuidaba las ovejas de su padre. Elíseo, cuando es tocado con el manto del profeta Elías e invitado a seguirle, araba con doce yugos de bueyes. Nehemías, servía al rey como copero; Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, arreglaban sus redes a la orilla de la playa.
Mateo, que recaudaba impuestos públicos y aduaneros; Pedro quien preparaba su barca para la pesca... Así podríamos seguir a lo largo de las Escrituras.
¿Qué he querido mostrar con este pensamiento? Que todos estos hombres fueron gente muy ocupada; además activos y con una gran capacidad de trabajo. Nunca hubo holgazanes que fuesen llamados por Dios. Veamos que nos dice la Biblia al respecto; en Efesios 5:15-16 dice: "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos". .
En el cuarto día de la Creación, Dios creó el tiempo. Y dijo Dios: "Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche y sirvan de señales para las estaciones, para días y años". (Génesis 1:14) Esto nos muestra que el tiempo debe ser aprovechado intensamente, por cuanto cada minuto, hora o día pasado jamás será recuperado; es un valor imposible de atesorar, nada detiene su marcha. Eso da relevancia a las palabras del Apóstol Pablo: "Redimiendo el tiempo, porque los días son malos..." Jesús, también, relacionó el uso del tiempo con el día y la noche cuando dijo: "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura, la noche viene cuando nadie puede trabajar". (San Juan 9:vers. 4) Hermanos, ¡qué importante es transformar nuestro tiempo en valores eternos, con responsabilidad, con sentido de mayordomía.
¿Por qué Dios nunca eligió a un perezoso?
Cuando se trató que alguien hiciera la obra de Dios, nunca el Señor puso sus ojos sobre un hombre o una mujer perezosos; porque la pereza o la indolencia es una maldición Dice el antiguo profeta: "Maldito el que haga indolentemente la obra de Jehová..." (Jeremías 48:10) Lector, cada momento del día es una dádiva de Dios; y. Además IRRECUPERABLE.
Un antiguo adagio dice que "no hay hombre tan sumamente ocupado que no tenga tiempo". Usted, yo, el presidente de la Nación, el profesor universitario, el estudiante, el científico... Todos, absolutamente todos, tenemos la misma cantidad de tiempo: 24 horas cada día. Y aquí no se trata de quién tiene más o menos tiempo, sino de quién lo utiliza mejor. Decía antes: el hombre "llamado" es un hombre ocupado, y a veces muy ocupado. Jesús dijo: "Mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo" (San Juan 5:17)
En un párrafo anterior les decía que el apóstol Pedro fue llamado por el Señor en plena actividad; en su barca, entre escamas de pescado y aparejos, en plena ocupación. Y al leer luego sus cartas, notamos de qué estaba hecho este líder de la Iglesia Apostólica: "Vosotros también, poniendo TODA DILIGENCIA por esto mismo, añadida vuestra fe y virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a" la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán "estar ociosos" ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo" (2a Pedro 1:5-8)
Concluyo este artículo diciéndoles esto: Noten cuánta actividad, energía; qué anhelo de superación. Nunca conforme; siempre agregando algo, hasta llegar a la meta. Este incansable esfuerzo tiene un propósito: "NO OS DEJARAN ESTAR OCIOSOS Y SIN FRUTO". Al cristiano se le pide diligencia. Y hermanos, ese estado positivo de diligencia "destierra la pereza definitivamente". Seamos, entonces, hombres y mujeres ocupados. Muy ocupados.